5.12.09

Lorrie Moore: "El humor es un puente"

La escritora estadounidense vuelve a publicar después de once años de silencio. "Aunque el humor pueda provenir de la mayor desolación tiende una escalera momentánea hacia afuera de la soledad", afirma.

¿LAS IDEAS EVOLUCIONAN? "No estoy segura de eso"opina la autora de "Al pie de la escalera".
Muchas veces se habla de "la obra" de un autor como de un mapa evolucionista: cada nuevo libro no puede sino catapultarse hacia adelante como superación o fracaso en relación a los anteriores. En todo caso, es cierto sí que los textos van trazando figuras a partir de la intervención de la crítica, pero igualmente cierto es, también, que no todos los libros persiguen consagrarse como obras cumbre dentro de esas constelaciones. Lo que sucede, en el caso de Lorrie Moore, es que en Al pie de la escalera (Seix Barral, 2009) confluyen una serie de factores que hacen difícil no juzgarla en una coyuntura trascendental.

En primer lugar, la novela viene a quebrar un largo silencio: hacía once años, desde Pájaros de América (1998), que la autora no publicaba nada. Además, en relación a sus trabajos anteriores, tanto por la densidad de los temas que aborda como por su extensión, Al pie de la escalera es recibida como la pieza de largo aliento que vendría a consagrar la madurez literaria en la carrera de Lorrie Moore.

Es claro que la presión no es poca, e igualmente claro es que obras como ésta no pueden sino generar efectos polarizados: detracción absoluta o aceptación ciega, sin puntos intermedios. Sin embargo, y si fuera posible jugar con el título y aplicar la figura de la escalera a la obra de esta autora neoyorqina, la metáfora de una serie de peldaños que sirven para comunicar espacios situados a diferentes alturas sería muy útil. En el primero de los rellanos, por ejemplo, podríamos ubicar las instrucciones para convertirse en escritor que da en su primer libro (Autoayuda, 1985) y, entre las cuales, a modo de entrenamiento literario, Moore recomienda tomar todos los empleos como babysitter que sea posible:

"Toma todos los trabajos de cuidadora de nenes que puedas. Eres muy buena con los chicos. Te aman. Les cuentas historias sobre viejos que mueren idiotas. Les cantas canciones como Campanas azules de Escocia, que es la favorita de todos. Y cuando están en pijama y finalmente dejaron de pellizcarse, cuando están bien dormidos, lees todos los manuales de sexo que encuentres en la casa, y te preguntas cómo alguien de este planeta pudo haber hecho esas cosas con una persona que realmente amaba".

Desde allí, se podría dar una zancada hasta el último descanso, donde Tassie Keltjin, una veinteañera fanatizada con Chaucer, Sylvia Plath y Simone de Beavoir, se convierte en la narradora de esta novela. Recién llegada a Troy para estudiar en la Universidad, Tassie se emplea como niñera en la casa de una pareja que se encuentra en pleno proceso para la adopción de una niña afroamericana. Corren los días del 11-S y la novela, en su totalidad, va a desarrollarse en el entreacto que va de los acontecimientos de septiembre a la guerra con Irak.

Política y sociedad

Sobre ese suelo de sentido, Moore construye una arquitectura compleja y excepcional de las relaciones humanas, atreviéndose a involucrarse con cuestiones como la discriminación, el terrorismo, las políticas de Estado, la justicia y la educación universitaria. Situado en esa edificación, el pie de la escalera vuelve el espacio liminar desde el cual la narradora –a quien algunos le han atribuido un parentesco con Holden Caulfield de El cazador oculto– puede, aun cuando lo que sucede forma parte de su experiencia vital, ejercitar la distancia necesaria para construir el relato de su propio micromundo como reflejo de la sociedad norteamericana.

Al hacerlo, Moore demuestra seguir siendo dueña de su agudeza y humor característicos, pero combinados con preocupaciones filosóficas y políticas más fundamentales. Es como si, finalmente, fuera ella misma quien, habiendo tomado todos los babysittings necesarios para el oficio, hubiera completado su propio aprendizaje literario.

Al hablar de proceso, Moore le cuenta a Ñ sus primeras incursiones en el mundo de las letras. Dice que si bien en su casa familiar había muchos libros, no fueron sus padres, sino sus maestras del colegio las que la estimularon a escribir: –Hice muchas cosas artísticas durante la infancia– cuenta.

Influencias

E inmediatamente, como burlándose de una especie de paradoja sutil, agrega: "pero mis padres se mantenían en una posición neutral respecto de todas ellas. Ellos también eran literarios y musicales en varios aspectos, pero no apostaban a eso como a una posible carrera profesional. Es llamativo porque la bisabuela de mi padre había sido cantante en la Opera Real Danesa y mi padre no dejaba de contar eso, siempre con muchísimo orgullo."

Al avanzar en la conversación, hablando ya de sus decisiones adultas como lectora y escritora de ficción, Moore reconoce que se le vuelve difícil hablar de aquellos que han influenciado su obra: "Uno espera que todo se convierta en influencias –se ríe–, que la gran literatura sea como la comida y entre y nutra la propia mente y la escritura. A veces, el escritor es el último en darse cuenta y en ser capaz de ver todo lo que lo traspasa".

Al mismo tiempo, muy a tono con el sarcasmo que practican la mayoría de sus personajes, dice que siempre existe esa pizca de vanidad que llevaría a pensar que, de algún modo u otro, uno siempre está escribiendo algo completamente original. Pero Moore escapa rápidamente de las declaraciones absolutas: hay casos en los que es esa vanidad la que la impulsa, pero hay otros en los que la energía creativa viene de lugares más simples: una taza de café, la observación entusiasta, una buena memoria.

Sarcástica

-¿Cómo piensa el mapa de la literatura norteamericana contemporánea?

-Es una pregunta muy vasta. No creo que haya una sola respuesta posible y me genera duda tener que hacer generalizaciones porque sé que siempre estaría dejando algo afuera. Me parece que la literatura norteamericana que se está escribiendo es vital y es diversa.

-El humor y el sarcasmo aparecen de varias formas a lo largo de su obra y eso no es distinto en esta última novela. ¿Qué rol consciente tienen en su escritura?

-Creo que el humor es parte de la textura de la vida humana y la conversación. Algo gracioso siempre emerge, se me ocurre. Y aunque el humor puede provenir de la mayor desolación de una persona es algo que se tiende como una escalera momentánea hacia afuera de la soledad, como un puente entre las personas.

-"Al pie de la escalera" es su primera novela después de un hiato de once años ¿Cómo fue el trabajo en ella?

-El trabajo en la novela fue, sobre todo, intermitente. Eso se debe a que soy madre y también profesora y a que, durante ese período, también escribí otras cosas: cuentos, ensayos y reseñas.

Pérdidas y dolor

-¿Cómo surge la decisión de crear un personaje principal que sea una chica joven?

-Primero porque el personaje principal es una niñera, y entonces, ella tiene la edad perfecta de la institutriz, como en Jane Eyre. Además, está suspendida, a punto de saltar hacia dentro de la adultez americana oficial. Se dijo que Tassie, la narradora de Al pie..., alcanza el balance perfecto entre la tendencia de sus personajes a jugar "trucos de lenguaje y hacer pequeños chistes tontos" y "una capacidad emocional más profunda para abrirse a experiencias emocionales más intensas".

-¿Cuál es tu opinión al respecto?

-Yo la veo como una verdadera persona de su edad, en el filo de su propia inteligencia, y con su pequeña alienación personal en el mundo.

-La novela se desarrolla en el año después del 9/11 ¿Por qué eligió ese momento? ¿Cuál es su opinión sobre el trabajo del gobierno en ese asunto internacional?

-La novela se desarrolla en el período que va de diciembre del 2001 a diciembre del 2002, que fue un tiempo de mucha convulsión nacional y al mismo tiempo de mucha pasividad. Es interesante recordar cuál era la aquiescencia del país en ese momento, mientras Bush se preparaba para construir la guerra con Irak. La pasividad como la forma que toman las malas decisiones es un tema en el libro. Por otra parte, también es cierto que termina con una protesta pública de estudiantes norteamericanos que repudian las políticas internacionales de Bush.

-"Al pie de la escalera" es una novela acerca de crecer en un mundo de pérdidas y dolor, que son, ambos, temas que aparecen en su obra desde su primer libro de cuentos, "Autoayuda" ¿De qué manera evolucionaron sus ideas al respecto de esos mismos temas desde entonces?

-¿Las ideas evolucionan? No estoy segura de eso. Al menos no la mayoría de ellas.

Aprendizaje

-En una entrevista en The Believer usted dijo que publicar en vida era permitir que el lector asistiera al "proceso de cómo aprender a escribir" ¿Cuán lejos la lleva esta novela en el camino de ese proceso?

-Cuando dije eso, en su momento, lo hice pensando en que publicar es ir creando un archivo o muestrario de "ir aprendiendo a escribir". Es eso: las obras más tempranas nunca parecen tan buenas como las últimas, esa es la manera en que el proceso de aprendizaje se pone de manifiesto para el autor.

-Ya que muchos de sus libros han sido traducidos al español, es pregunta de rigor saber cuál es su acercamiento con la literatura en esa lengua.

-Mi hijo está aprendiendo español en el colegio y yo trato de que me enseñe lo que va aprendiendo, lamentablemente nunca estudié el idioma. He leído los escritores de culto, como Borges por ejemplo, siempre en traducciones, pero me gustaría poder hacerlo en versión "original". Lamentablemente, mi español es muy pobre, se reduce, en su mayoría, a gritos deportivos como "¡Acá! ¡Acá!" y eso, claro, porque mi hijo juega mucho al fútbol.
Moore Básico

Glens Falls (Nueva York), 1957
Escritora

Reconocida como cuentista –Autoayuda, Como la vida y Pájaros de América son sus tres libros de relatos publicados– es también autora de las novelas "Anagramas" y "Hospital de ranas". Ha recibido numerosos premios, como el Irish Times International Prize for Literature, el O. Henry Award, el PEN/Malamud Award y el Rea Award for Short Story. Es miembro de la Academia Americana de las Artes y las Letras. Enseña escritura en la Universidad de Wisconsin.

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fuente: Revista Ñ

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