7.12.09

Desconocida en Francia hasta que Kundera la reivindicó en el 2007, la novela de W. F. Hermans

UN CLÁSICO DESAPERCIBIDO |UN DESCUBRIMIENTO HOLANDÉS

El cuarto oscuro de Damocles llega por primera vez a España

Hermans, fotografiado en 1995, el año de su muerte. Foto: archivo / klas koope
Hermans, fotografiado en 1995, el año de su muerte. Foto: archivo / klas koope

Primero fue en Gran Bretaña donde se sorprendieron, hace unos ocho años. ¿Cómo es que no hayamos podido leer esta obra mayúscula antes?, se preguntaban los críticos. El mismo año fue el turno de los alemanes, coprotagonistas de la novela: «¿Por qué todos los países se han olvidado durante décadas de una obra maestra de Holanda?», escribió Die Welt. En el 2007, le tocó a los franceses, despertados por el escritor Milan Kundera, que dedicó al libro media página de crítica sublime en Le Monde. Y ahora, 51 años después de publicarse en su idioma original, el holandés, y 14 después de la muerte de su autor, Willem Frederik Hermans, El cuarto oscuro de Damocles (Tusquets) acaba de salir en castellano.
«Me sumerjo en esta novela, intimidado al principio por su longitud, y pronto estupefacto por haberla leído de un tirón. Porque se trata de un thriller, de un largo encadenamiento de acciones en las que el suspense no afloja», escribió Kundera. A Hermans le ha pesado durante medio siglo el lastre de escribir en una lengua minoritaria. «No sé nada de él –añade Kundera– pero he acabado el libro de Hermans con un sentimiento de gratitud hacia mi ignorancia. Ella me ha regalado un silencio gracias al cual he escuchado la voz de esta novela en toda su pureza, en toda su belleza de lo inexplicado, de lo desconocido».
Autor de posguerra
Y eso que en Holanda, donde se le ha conocido siempre como WF Hermans –parecía un hombre demasiado serio y formal como para poder tutearlo–, es conocido como uno de «los tres grandes» de la posguerra. Junto a Gerard van't Reve y Harry Mulisch, Hermans ha marcado, con más de un centenar de obras, la literatura del último medio siglo en Holanda. En una reciente elección del mejor libro holandés del siglo XX, El cuarto oscuro de Damocles quedó en tercera posición.
La novela, que destila el carácter misántropo de su autor, cuenta la historia de Henri Osewoudt y su misterioso doble, Dorbeck, durante y después de la segunda guerra mundial. Osewoudt tiene un estanco en un pueblo tan insignificante como él mismo. Él no es nadie, se siente casi invisible para los demás, hasta que ese tal Dorbeck, que es igual que él, aunque a la vez justo lo contrario (rubio contra moreno, cobarde en lugar de valiente, todo como el negativo de una foto), aparece en plena guerra para encargarle trabajos para la resistencia holandesa contra los ocupantes alemanes.
Osewoudt ejerce de espía para los aliados ingleses e incluso acaba matando a holandeses que trabajan para los nazis, sin compasión alguna. Pero cuando la guerra termina, sus compatriotas le detienen a él como traidor. Todos sus compañeros de la resistencia han muerto, no hay ningún testigo que corrobore su valentía y patriotismo durante la guerra. Solo quedaría Dorbeck, pero este no aparece por ningún lado para salvar a su alter ego, con lo que surge la inquietante pregunta, la que deja toda la historia en la cuerda floja: ¿existió Dorbeck?

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