26.12.09

La novela americana

¿Estamos frente a una sintesis de la Comedia Humana? Se lo pregunta el autor de Contagiosa paranoia, quien a veinte años de Los Simpson, define, tajante: "Seguramente la gran ficción estadounidense ya nosea Moby Dick"

“NOCHEBUENA EN FAMILIA”. Max Cachimba (Rosario, 1969):una particular atmósfera entre inocente y cínica. fUENTE Revista Ñ
¿Cultura Simpson? Digámoslo de otro modo: ante todo se trata de una creación muy efectiva para intentar entender uno de los comportamientos culturales más potentes y significativos de nuestra época. Comencemos admitiéndolo: nos referimos a un fenómeno sin precedentes. Al menos en su escala. ¿Recuerdan "Simpsonize Me", el software que hace poco menos de tres años nos invitaba desde la Web a conocer nuestro presunto aspecto en la percepción de un ciudadano de Springfield? Esta podría ser una buena pista. Una muestra y un síntoma de cómo opera la "Cultura Simpson", incluso una clave de su funcionamiento e incesante proliferación.

Un espejo-Simpson: la sensación de que el mundo que habitamos imita más y más algo que comenzó en la mente del historietista Matt Groening. En septiembre pasado, Ñ

Identidad del usuario

Incontrolable. Similar a tantas fanfictions (ficciones personales y amateurs escritas por los fans de una serie televisiva o película o historieta) pero en una escala –sobre todo industrial– inusitada. Un producto cultural de primera magnitud con miles y miles de usuarios Simpson.

Doy un ejemplo. Estoy en una ciudad balnearia, de vacaciones, antes de que comience la temporada. En muy pocas vidrieras ya contabilicé más de cinco docenas de remeras con diferentes motivos Simpson: Homero como el Che Guevara, como el Indio Solari, como Bob Marley, bebiendo cervezas locales, con la casaca boquense y de otros tantos clubes, citando y entrometiéndose en una multitud de referencias incomprensibles para quien no conozca la actualidad y pasiones argentinas.

Por supuesto, esto no se limita sólo a remeras: estamos rodeados de toda una inmediatez simpsonizada. Es imposible caminar dos cuadras por cualquier centro comercial sin toparse con múltiples referencias al universo Simpson: tenemos la impresión de que no existe mayor merchandising que el inspirado en esta familia. Desde juegos de ajedrez a colchonetas inflables a linternas y destapadores: todo lo que podamos imaginar. Y más también.

Apropiaciones de apropiaciones. El detournement preconizado por el situacionista Guy Debord (como su vulgarizada consecuencia digital, el defacing) popularizándose en miles de usufructuarios sin nombre. Resulta claro: en su inmensa mayoría estamos frente a versiones piratas que eluden los derechos de propiedad intelectual incursionando en numerosísimas referencias por demás alejadas a los contenidos de la serie.

Esta sigue un esquema de producción centrado en 16 escritores, responsables de las ideas que organizan cada capítulo. Mientras ellos trabajan, miles de creadores de rostros difusos reinventan a "Los Simpson" en inacabable expansión. Versiones de versiones. Lecturas de lecturas y más lecturas.

Hibridaciones

Ya sabemos, entre los fans, estudiosos y curiosos persisten quienes analizan la actualidad de cada miembro de la familia a modo de arquetipo, proponiendo una suerte de sociología pop. Identificaciones con el modelo Homero, con el modelo Bart o Lisa. O con los innumerables personajes secundarios. No hay más que darse una vuelta por plataformas de intercambio y discusión como Taringa o la especializada Púdrete Flanders! para informarnos sobre las diferentes etapas y oscilaciones de cada uno. Pero más me interesa observar el mix de mitologías contemporáneas que alimentan toda bizarría: ya cité la mixtura de Homero con el Che Guevara ¿una revisión anónima de los íconos de la historia contemporánea desde la perspectiva Simpson? Significativa hibridación: ¿quién fagocita a quién?

¿A qué se debe tanta aceptación, tanta seducción?

Por lo expuesto resulta evidente: de todos los miembros del clan, el favorito es sin dudas Homero. Hace una década posiblemente lo fue Bart, pero hoy papá Simpson parece no tener competencia.

Hace apenas unas semanas, para una nota en la versión digital de Ñ me preguntaban cómo Groening, prototipo de artista estadounidense, podía participar como expositor de una exhibición como Argentrash (que tuvo lugar en el Fondo Nacional de las Artes): una exploración de las posibilidades de existencia de un trash de cuño argentino. Sin embargo, la respuesta ya estaba en Groening cuando inventó la serie y trazó una perspectiva (y una política) de sus alcances, hace dos décadas. Es célebre que entonces declaró que su intención fue ofrecer otras opciones al mainstream trash que la televisión ofertaba por esos días. Si el status quo es trash, nada mejor que intervenir activamente desde ese trash. Un paso más allá en una brillante perversión.

Springfield, la ciudad ficcional imaginada por Groening, está en todas partes, como el trash.

Puede parecer abusivo y de hecho lo es: resulta por demás conocida la historia de la cerveza Duff, que comenzó como una parodia –es la marca de cerveza que consumen Homero y sus amigos– y hace años dejó de ser una fantasía y se comercializa en muchos sitios del mundo. Ficción y realidad entremezcladas.

Otro interrogante: ¿habrá imaginado alguna vez Groening que su familia, en quienes se inspiran sus personajes, se instalaría en semejante mitología viral?

Generación S

Vayamos por la segunda hipótesis: el éxito de estas múltiples apropiaciones se debe a que estalla tanto más allá de sus contundentes efectos comerciales: se trata de una propiedad inconsciente que afecta a más de una generación.

Tengo en mente a los miembros del grupo "Un Faulduo". Jóvenes artistas argentinos (no alcanzan aún los 25 años), no recuerdan un solo momento de sus vidas en el que "Los Simpson" no existieran. Para ellos (así como para todos los que tienen su edad y aún menos) la célebre familia disfuncional es un clásico tan eterno como el Ratón Mickey o el Pato Donald. Por ninguna otra razón les resulta natural utilizarlos como materia prima para sus elucubraciones y empujarlos a un trash aún más extremo. Por momentos tan retorcido y cándido que el mismo Groening terminó por interesarse en ellos.

Esta sensación de pertenencia no es para nada nueva; ya expone su no breve tradición. La atracción con la familia fue tan inmediata que muy tempranamente Frank Zappa se comunicó con los realizadores de la serie manifestándoles su deseo de aparecer en ella como personaje. Una ambición que se vería multiplicada en los años siguientes. Cuando a Meg White, baterista del dúo de rock White Strippes, la consultaron sobre sus deseos incumplidos, sin dudarlo contestó: "Aparecer en los Simpson". Por supuesto, ahí estuvo. Otro tanto sucedió con Michael Jackson. ¿Quién no quiere aparecer en los Simpson? Hasta Fogwill le hizo saber a Groening que quería tener su participación.

Dije fenómeno cultural. Necesito precisar: fenómeno de medios. Pero no en la antigua concepción de inspiración adorniana que se dirime en una crítica a la denominada industria cultural, sino más exactamente un modelo dinámico y pluralista, propio de la Era Web.

El ojo del equipo de Groening no escatima un sabio cinismo. No sólo se apropia de todo tipo de referencia cultural del modo más irreverente (famosas son las protestas y censuras por el contenido de los capítulos que tematizan una cultura en particular, recordemos las quejas del ex diputado Lorenzo Pepe por la "ofensa a la memoria histórica" en el episodio en el que se mencionaba a Juan Domingo Perón) sino que parece disfrutar y reutilizar la mitologización viral de la que vengo dando cuenta.

¿Estamos frente a una suerte de nueva Comedia Humana?
a propagación de un virus informático.
Gran novela americana

Al menos no con un Balzac, sino con miles de narradores, clonados y anónimos: como toda mitología, el relato resulta invariablemente plural por sobreextendido.

Seguramente, la gran ficción norteamericana ya no sea Moby Dick.

Alguna vez leí que las novelas de Thomas Pynchon muestran a los Estados Unidos como a una gigantesca nave espacial fuera de control. Desde que este autor fue parte de una de las historias de "Los Simpson" nos parece un producto más de este virus multiplicante.

Nos criamos viendo a "Los Picapiedras", "Los Supersónicos" incluso "La Familia Ingalls". Sin embargo, ninguna saga sigue atesorando la misma actualidad. ¿Por qué sucede esto? ¿Qué los vuelve tan actuales después de tantas temporadas de emisión? Tercera hipótesis: si el pop nació como bastante más que una estética en el sentido clásico, esto se debe a que desde su origen fue advertido como un procedimiento de reutilización estética de cualquier dato cultural. Tantos años después, ya no existe en nuestro presente quién no se apropie indiscriminadamente de sus consecuencias y derivaciones.

"Los Simpson" llevan este modelo tanto más lejos en sus efectos. Si no son pocos los que se quejan de que los nuevos episodios ya no sorprenden, sin duda se debe a que su mitologización viral ya fue por demás naturalizada. Estamos sumergidos en ella.

La razón está a la vista: hay tantas o más ideas en la mitología viral de "Los Simpson" que en muchísimas obras y trayectorias del arte de nuestros días. Venimos escuchando hace bastante tiempo que en las series de televisión de la última década (como "Six Feet Under" o "Doctor House" o "Lost") encontramos más ideas y talento que en la gran mayoría de las películas de Hollywood del mismo período. Compartamos o no esta opinión, es indudable que ninguna llegó tan lejos como "Los Simpson".

Si creemos y afirmamos que son una cultura es porque la cultura hace tiempo utiliza los mismos recursos que ellos siguen exhibiendo.

Larga vida a "Los Simpson".

Rafael Cippolini

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