En la mesa del auditorio de la biblioteca El Tintal estaban los cuatro escritores: Antonio García, colombiano; Álvaro Bisama, chileno; Eduardo Halfon, guatemalteco; Santiago Nazarían, brasileño y la cubana Ena Lucía Portela convocados para discutir el tema: Cómo y sobre qué escribimos. El moderador Luis Fernando Afanador, comentarista bibliográfico de Semana abrió el debate. Arrancó Bisama. El robusto y joven escritor chileno decía que su prosa le venia de la cultura pop, pero que también se nutre de la ciencia ficción, la mala, enfatizó. Mientras tanto García, el colombiano, primero se sacó su chaqueta ante el frío pero después se la puso otra vez y se interesó más en realizar dibujitos sobre la tapa de un libro que no logré identificar. Su actitud le daba un elocuente desinterés a lo que decía su colega. Halfon, el guatemalteco, que viene de una carrera considerada árida y opuesta supuestamente a la literatura: ingeniería dijo que descubrió su vocación leyendo mucho, casi accidentalmente. García, ya más interesado en la pregunta que le tocaba contestar, dijo que se inicio leyendo a Daniel Samper Pizano, de cuyos textos le viene su gusto y estética por el humor y la irreverencia de su narrativa. Refirió que Vargas Llosa (quien fue su tutor en la beca Rolex que se ganó para escribir su novela Recursos humanos) sí posee un buen sentido del humor. Santiago Nazarian, el brasileño, dijo que vive hondamente abrumado con una constante angustia existencial ante la idea obsesiva de que está envejeciendo, y que aún no escribe la obra maestra o su obra maestra. Fue locuaz y supo alternar ( el portuñol enrevesado y difícil de entenderle) a veces con el portugués traducido eficientemente al español por una voz grave masculina para expresar mejor las pulsiones de su oficio.
La cubana Ena Lucía Portela se mantuvo monosilábicamente parca en el extremo de la mesa, temblando y contestando que si y que no. Yo creí que se debía al frío lacerante del auditorio, y pensé también que tenía pánico ante el público presente, miedo escénico que llaman los actores. No, nada de esto: me sorprendió saber que sufre del mal de Parkinson.
No puedo precisar qué fue lo que pasó en esta sesión con los autores que la encuentro del más bajo nivel entre todas a las que asistí. Sin demeritar en ello el deseo de cada uno de los escritores por acercarse al público lector, pues el moderador supuso que los lectores ya conocían a los escritores a través de la página web sabía de quién se trataba Puedo decir que fue la única sesión donde me sentí profundamente aburrido, perdiendo mi tiempo y viendo desperdiciar el de los autores presentes. Me conformé recordando que la literatura en sí misma es una soberana perdida de tiempo.
8.10.07
Perder el tiempo
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