25.2.15

Viaje a la Colombia del colonialismo depredador

 Margarita Barbáchano traza en  El Gran Hotel del Salto  una intensa historia romántica

El gran hotel del salto de Margarita Barbáchano./elperiodico.com

La imponente cascada de Tequendama, a unos 30 kilómetros de Bogotá, un salto de agua de más de 150 metros, es el espacio físico escogido por Margarita Barbáchano para culminar una historia trágica que comienza a principios del siglo XX en una aldea gallega de la Costa da Morte y nos lleva a Colombia, al otro lado del Atlántico, para dibujar un gran fresco de la Iberoamérica torturada por el colonialismo, la tiranía y el desprecio a las culturas indígenas. El Gran Hotel del Salto (Ediciones B) narra la aventura de Violeta Saramago, una inquieta niña gallega que decide romper con la monótona vida de su pueblo y se embarca en una aventura vital que la llevará a los cafetales colombianos, las selvas solo habitadas por los indios y la convulsa Bogotá del primer tercio del siglo.

La heroína

A lo largo de 600 páginas, la escritora zaragozana construye una historia intensa y lineal que gira entorno al personaje heroico de esa mujer que refleja el espíritu contestatario de su tiempo, desde su formación en los principios de la Institución Libre de Enseñanza, hasta su defensa de las tribus americanas explotadas por el imperialismo, pasando por la reivindicación de las libertades políticas.
Asuntos complejos como el incesto, el negocio de la prostitución o el asesinato por motivos sociopolíticos son abordados en las páginas de El Gran Hotel del Salto con una sorprendente naturalidad. Y el lado más oscuro de la presencia española y norteamericana en los países de América del Sur es uno de los motores de la historia. Una visión crítica que incluye personajes tan atractivos como un latifundista gallego que dirige con mano de hierro los cafetales, un líder indígena autodidacto que lleva sus reivindicaciones al Congreso de la nación, un escritor y periodista que recuerda mucho al joven García Márquez y un ingeniero francés que representa el gusto de la época por avances técnicos. Todos ellos se cruzan en una trama entretenida y con varios giros propios de la literatura de folletín.
Margarita Barbáchano, que este viernes presenta su obra en el Centro Aragonés de Barcelona (Calle Joaquín Costa, 68. 19.30 horas), viaja al pasado para diseccionar las mentalidades de la época y elevar a su personaje por encima de las convenciones. Una mujer vital y romántica -la pasión amorosa no falta en el libro- que es todo un símbolo de las pioneras de la lucha por los derechos de la mujer y por la defensa del medio natural.

20.2.15

El otro Foster Wallace: editan en español el volumen de sus reflexiones

 Se publica Esto es agua, el famoso discurso que el autor de La broma infinita ofreció en el 2005

 
David Foster Wallac, autor estadounidense de La broma infinita./latercera.com
En medio del ejemplo, David Foster Wallace interrumpe con un par de etcéteras y explica: “estoy saltándome cosas porque es una ceremonia larga”. El público, una clase a momentos de graduarse de la Universidad Kenyon en Ohio, ríe pero mantiene la atención porque el autor de La broma infinita les está hablando de la frustrante vida adulta que les espera después de recibir el diploma.
Cándidamente, el escritor que tres años y algunos meses después se colgaría de una viga en su garaje, les entrega reflexiones sobre la vida en un lenguaje directo que no es tan escaso en su trabajo más cercano al periodismo como en sus cuentos y novelas.
Saldrán de una jornada de 8 a 10 horas de intenso trabajo y querrán ir directo a cenar y a dormir para despertar frescos mañana, le dice a su audiencia, pero recordarán que no tienen nada de comer porque no han tenido tiempo de comprar. Se arrastrarán al supermercado a través del horroroso tráfico punta de la tarde y serpentearán en el supermercado escogiendo productos y luego buscando -sin éxito- una fila corta para pagarlos. La furia contra la gente que les retrasa el paso llegará para ser tragada, porque no podrán descargarla en la indefensa cajera que te desea buenas tardes “con una voz que es la voz absoluta de la muerte”, describe. El público vuelve a reír.
Finalmente, llega al punto: así, a la defensiva, “pienso las partes aburridas, frustrantes y populosas cuando estoy operando en la inconsciente creencia automática de que soy el centro del mundo, y que mis sentimientos y necesidades inmediatas deberían determinar las prioridades mundiales”. El llamado de Foster Wallace es a la reflexión sobre esta ceguera instrínseca, poniendo énfasis en buscar la empatía, básicamente considerando al otro como compañero en desgracia. El tema de la dificultad de conexión con el resto, junto con el aburrimiento, son puntos centrales en El rey pálido, la obra del escritor norteamericano publicada póstumamente.
Este discurso de graduación, colgado en audio en youtube y cuya transcripción ha circulado primero en cadenas de mail y luego en formato pdf durante años en internet, se conoce como This is water (Esto es agua).
Pronunciado el 21 de mayo de 2005, se editó al año siguiente en Estados Unidos en una antología anual llamada The best American nonrequired reading, se publicó como libro en 2009, y es ahora - seis años más tarde- que se encuentra disponible una versión en castellano. En España ya fue editada, pero a la espera de la llegada del libro a Chile ya se puede comprar en formato e-book por menos de dos dólares (poco más de $1.200 pesos chilenos) en la web del grupo editorial Random House, en iTunes y en Amazon.es. En esta última tienda también se puede adquirir ten formato físico por 9,41 euros.

Fin del viaje

Es pleno Sundance y la Rolling Stone le pregunta a Jason Segel (How I met your mother) en qué aspecto se identifica con Foster Wallace. Piensa un momento y responde: en que el éxito no es la satisfacción última.
“He logrado muchas cosas, pero no he dejado de sentir que no es suficiente”, dice, “y lo único que ha conseguido borrar ese sentimiento es comportarme como un amigo que está ahí cuando se le necesita, ser un buen compañero, preocuparme de la gente y dejar de ser egoísta”.
La pregunta para Segel es porque él interpreta a Foster Wallace en The end of the tour, una película de James Ponsoldt (The spectacular now) en la que Jesse Eisenberg (Red social) es el reportero David Lipsky, encargado de entrevistar para la misma Rolling Stone al autor en los últimos días de su gira promocional para La broma infinita. La novela fue publicada en 1996 y la revista Time la reconoció como una de las 100 mejores en habla inglesa desde 1923.
El filme, basado en las memorias que el periodista publicó en 2008, tuvo buenas críticas y especial atención en el trabajo de Segel. Indiewire dijo que ésta era “fácilmente la mejor actuación en toda su carrera”, y el Hollywood Reporter concuerda: “es su mejor trabajo desde Freaks & geeks”. Para The Guardian, la cinta es “completamente conmovedora y, por momentos, muy inteligente”.
The end of the tour fue adquirido por la compañía A24 Films para su distribución en Estados Unidos y está pendiente su estreno en salas.

18.2.15

Tinieblas en el corazón

Juan Luis Romero reedita para Renacimiento  Heart of Darkness  de Joseph Conrad con un nuevo título:  Alma Oscura. El Relato de un siniestro personaje que vive al fondo de las sinuosidades tropicales del río Congo, dedicado a la trata de esclavos o de marfil

 El escritor Joseph Conrad, autor polaco que escribió en inglés  toda su obra./elmundo.es

Todo el mundo sabe que Joseph Conrad (1857-1924) británico nacido polaco -Korzeniowski, el apellido- es uno de los padres de la novela moderna, acaso cronológicamente emparejable con Henry James. Entre otros motivos por una prosa densa, sinuosa y sabia que se dedica a explorar el mundo íntimo, tierno y salvaje del alma. También sabemos que casi la mitad de su vida fue marino y que luego (poco después de la publicación en 1894 de su primera novela, 'La locura de Almayer') se convirtió en un sedentario meditador en inglés, lengua que casi desconocía de joven y en la que devino un maestro.
Una de sus más famosas novelas (para Borges su gran obra maestra) es 'Heart of darkness' de 1899. Relato de la búsqueda de un siniestro personaje llamado Kurtz, que vive al fondo de las sinuosidades tropicales del río Congo, dedicado a la trata de esclavos o de marfil. Era la cara negra del feroz colonialismo, belga en este caso, que probablemente el propio Conrad conoció en directo al recorrer ese gran río, oscuro de légamos y subterráneos humanos, en 1890. Es bien sabido que Francis Ford Coppola se basó en esta novela para hacer el gran filme que es 'Apocalyse now' (1979) ambientado en la guerra de Vietnam. Coppola no respetó el título de Conrad que en español ha sido habitualmente 'El corazón de las tinieblas'. Pero que si tradujéramos con literalidad sería 'El corazón de la oscuridad'.
El problema básico (cuando uno analiza como lector los meandros sotádicos de la novela) es saber a quién se refiere la indudable oscuridad. ¿Al mundo sombrío de la selva húmeda o al corazón no del bosque sino del hombre que maltrata al hombre? Coppola diciendo 'Apocalipsis' parece reunirlo todo, pero a una película se le suponen más libertades. Las que se toma o no Juan Luis Romero Pe'che (escritor malagueño, que vivía en Sevilla, peculiar y original), quien tradujo para Renacimiento, que ahora la reedita, 'Heart of darkness' no como 'El corazón de las tinieblas', sino con un título que parece nuevo sin serlo, 'Alma negra'.
Respetuoso y admirador de Conrad, Romero Peche se atreve a una versión del título no literal sino literaria, al entender que la oscuridad y la negrura son siempre las del alma del hombre, de los personajes que recorren ese río de pesadilla y las del siniestro Kurtz, cuyas huellas se siguen y ven aunque él aparezca apenas en el texto.
"El horizonte estaba bloqueado por nubarrones negros, y el tranquilo cauce que llevaba a todos los confines de la tierra fluía sombrío bajo un cielo encapotado... como si condujese al alma misma de otra negrura inmensa". Es el fin de la novela y la más clara justificación del traductor que hace bien su labor saltándose convenciones. Claro que, a la postre, lo que importa es una novela espléndida y opresiva, de prosa cargada de pensamiento lírico que demuestra cómo una novela de aventuras (en cierto modo) puede ser asimismo una novela filosófica, una novela de pensamiento en belleza lingüística. Enorme.

16.2.15

Ayer en la batalla

Javier Marías es uno de los escritores españoles que han consolidado una imponente obra narrativa en los últimos años


Javier Marías, autor español de Así empieza lo malo./pagina12.com.ar
Así empieza lo malo de Javier Marías.
Así empieza lo malo retoma los años de la salida del franquismo para indagar en todo aquello que ha condicionado el tiempo presente, y lo hace a través de una historia que mezcla erotismo, espionaje y arte snob en una trama protagonizada por ambiguos personajes.
En la literatura suele haber algunas recurrencias –entre novela y novela, entre distintos protagonistas y tramas– que, mucho más que repeticiones, constituyen simetrías y amplificaciones, un escarbar a fondo en alguna forma de la verdad. Esas reiteraciones siempre distintas –siempre únicas– que terminan haciendo de una obra algo coherente y compacto –y que hoy encarna a la perfección Patrick Modiano, último Premio Nobel de Literatura– se perciben de manera inmediata en Así empieza lo malo, la última novela de Javier Marías.
Es cierto que Marías –hijo del filósofo Julián Marías, miembro de la Real Academia Española desde 2006, y junto a Arturo Pérez Reverte el español que más cerca estaría de ganar el Premio Nobel de Literatura– no sólo vive de repeticiones: su extensa obra abarca géneros tan disímiles como el del cuento –lo primero que empezó a escribir y que reunió casi en su totalidad en el volumen Mala índole–, y su ambicioso proyecto Tu rostro mañana, una novela monumental dividida en tres volúmenes.
Así empieza lo malo es un Javier Marías auténtico: tiene un poco de todo eso (casi las mismas páginas que los tomos de su novela más extensa e incluso vuelve a burlarse en este libro, tal como sucede en uno de sus cuentos, de la dificultad de los españoles para aprender lenguas extranjeras), pero es cierto que tiene mucho más que ver con su antecesora.
Es, de hecho, algo así como la contracara de la exitosa Los enamoramientos (2011), una novela que miraba más hacia atrás que hacia delante, y que reflexionaba más de lo que describía, a partir de la historia de una pareja enamorada que desayunaba todos los días en el mismo bar, y luego desaparecía misteriosamente hasta obsesionar a María Dolz, la protagonista de aquel libro que vendió más de 150 mil ejemplares sólo en España.
En esta novela es Juan de Vere –joven asistente del director de cine Eduardo Muriel– quien queda prendado de un enigma: por qué motivo su jefe ejerce un desprecio tan explícito y bestial sobre su atractiva esposa, Beatriz Noguera, aun cuando tienen varios hijos en común y una intensa vida social. Las dudas se incrementan aun más en el joven –que además de trabajo encuentra en la casa de esta desenamorada pareja un modo de inserción en la vida– cuando Muriel le pide que, a pesar de la diferencia de edad, trate de incorporar en sus salidas nocturnas a uno de sus amigos, el doctor Vechten, con el propósito de ganar su confianza para investigarlo y espiarlo, y ver cómo se comporta con sus jóvenes amigas, porque, según le contaron, maltrató a una o varias mujeres.
Hay en la arquitectura de este libro –que, en un principio, parece denso y excesivo pero enseguida va envolviendo al lector en su lograda atmósfera de endogamia y esnobismo cultural– una constante en la obra de Javier Marías: la articulación sutil entre la ficción y la realidad. No sólo a partir de las referencias literarias y cinematográficas que pueblan estas páginas y que, lejos de servir como adorno, se meten en el hueso de la trama, casi como si hubieran sido escritas sólo para que Javier Marías pudiera utilizarlas; sino también a partir de personajes reales (como por ejemplo el benemérito profesor y filólogo Francisco Rico, que aparece acá como un incansable seductor de jovencitas) y contextos históricos bien concretos, en este caso, los años posteriores a la muerte de Franco en 1975, y la primavera de la década del ochenta que no terminaba de florecer, entre otras cosas, porque aun no se permitía el divorcio: “A lo largo de los siglos, en un país tan anómalo que ha obligado a vivir juntos a quienes se eran indiferentes o se habían llegado a detestar, infinidad de cónyuges han ansiado en silencio el fallecimiento del otro, o incluso lo han procurado o inducido o buscado, por lo general aún más en silencio o más bien en indecible secreto”, revela el protagonista del libro sobre los años de postfranquismo desde un presente que tendrá todas las consecuencias de ese pasado.
Casi al principio de Así empieza lo malo, Javier Marías advierte que los únicos complementos que soporta el verbo contraer son: enfermedades, deudas, responsabilidades y matrimonio. Esa observación es un poco la columna vertebral de esta novela que mezcla de manera imperceptible lo público y lo privado: la impunidad de una dictadura de la que muchos españoles terminaron ocultando su complicidad (a tal punto que se decían fervientes opositores al régimen y nadie se molestaba en desenmascararlos) y el drama de una historia atravesada de símbolos (Muriel tiene un parche en el ojo y, evidentemente, hay cosas que no pudo ver), secretos, espionajes, erotismo, decisiones mal tomadas, engaños íntimos y relaciones amorosas que siempre vienen a suplir algún otro amor más verdadero, más intenso, más parecido, en definitiva, al de los enamoramientos.
Tal como sucedía con Mañana en la batalla piensa en mí y Corazón tan blanco, esta novela debe su título, otra de las repeticiones de Javier Marías, a una frase de Shakespeare, incluida, ahora, en el canto tercero de Hamlet: “Así empieza lo malo y lo peor queda atrás” (“Thus bad begins and worse remains behind”). Claro que esa obsesión de Javier Marías por titular a partir de Shakespeare también implica una forma de lectura, y el sentido que le da en la novela a esa frase es casi el de lo que se conoce como una autoprofecía: “A veces propiciamos que ocurra lo que más tememos porque la única manera de librarnos del pavor es que el mal haya acontecido ya. Que esté en el pasado y no en el futuro ni en el reino de las posibilidades”.
Esa misma sensación de lo irreversible es, en definitiva, la que se impone al terminar de leer cada libro de Javier Marías que, si bien puede parecer reiterativo, poco actual y hasta cansador, siempre, absolutamente siempre, termina convenciendo.

10.2.15

Nos vemos más seguido

Llega otro libro de Pierre Lemaitre que lo confirma en un lugar destacado de la narrativa francesa. Vestido de novia es un policial que bucea en lo más oscuro de la conducta humana a través de una historia pesadillesca y a la vez cotidiana

 
Vestido de novia de Pierre Lemaitre.

Pierre Lemaitre, escritor francés de Nos vemos allá arriba./pagina12.com.ar
Ya es suficiente. La llegada de Vestido de novia, el segundo libro que se consigue en castellano de Pierre Lemaitre, alcanza para todo: para recomendarlo con ojos cerrados a quienes siempre preguntan qué leer, pero también para ir haciéndole un generoso lugar en el convulsionado canon de la literatura francesa actual que, a pesar de su enorme producción, también se las ingenia para vender pescado en sospechoso estado de salubridad. Así que a ir memorizando ese apellido con algo de título honorífico (le maître) y ese rostro de Lou Reed exhausto. Porque muy pronto (si no ahora mismo) veremos a Lemaitre abrirse camino entre el petardismo exquisito de Houellebecq, la sensibilidad todoterreno de Emmanuel Carrère, la solemnidad cool de Le Clézio, la repetición siempre única de Modiano y la precisión basada en hechos reales de Jean Echenoz.
Así que éstos son, acá están, más o menos, los datos que ya empiezan a viralizarse: Pierre Lemaitre nació en París en 1951, fue profesor de literatura y guionista de televisión, y empezó a publicar de grande, después de los cincuenta: hace menos de diez años vio la luz su primer libro, El novelista, que pronto será también traducido al español.
Aunque tuvo una modesta consagración a través del policial –y de su detective Camille Verhoeven– la gloria mayor no se la debe a ese género (como sí es el caso del suizo Joël Dicker, otro fenómeno de ventas de calidad garantizada) sino a un libro que sacó de la galera, distinto de todo lo que venía haciendo antes: Nos vemos allá arriba (publicada en español por Salamandra), una hipnótica novela sobre los coletazos y escopetazos de la Primera Guerra Mundial que parecía actualizar sin complejos Almas muertas de Gogol (la literatura rusa siempre está presente en Lemaitre). Nos vemos allá arriba no sólo le dio el Goncourt en inédita cuestión de minutos sino que además potenció al máximo el piso de ventas que asegura ese premio (el más importante de Francia y tal vez de Europa) al ubicar más de medio millón de ejemplares sólo en Francia. Hoy, la obra de Lemaitre se puede leer en 18 idiomas, mientras se ruedan dos películas basadas en sus primeras novelas policiales: Alex (2011) y Vestido de novia (2009), que es el otro libro de Lemaitre ya disponible en castellano.
Sophie es una niñera algo madura que, sin que sepamos bien por qué, se encuentra en un momento bisagra. Sufre bruscos ataques de llanto y padece pequeñas distracciones (pierde llaves y documentos, tiene problemas con la policía por olvidarse de pagar parte de lo que lleva en el changuito). En definitiva, Sophie es una despistada, una despistada en toda la dimensión que puede adquirir esa palabra en una novela como ésta. El asunto empieza a desbarrancar cuando ella percibe que empieza a sentir un profundo rechazo por Léo, el chico de seis años que tiene a su cargo, a tal punto que le termina encajando un bife totalmente gratuito. Impactada por su conducta, Sophie va a buscarlo a su cama al otro día con tono conciliador, casi culpógeno, pero advierte que fue brutalmente asesinado. Y, por supuesto, la principal sospechosa (incluso para ella misma) es la propia Sophie.
Así arranca, desaforado, este thriller que parece ser la cruza imposible entre Simenon y Stephen King. Un policial que con su modesta caja de dos o tres cambios aprovecha al máximo las posibilidades literarias y le saca un largo trecho de distancia a tanto libro del género que pulula en todo el mundo. Apenas huye del domicilio de su trabajo para escapar a donde sea, las desgracias de Sophie se reproducen como termitas: la mala suerte se profundiza, la paciencia escasea, el miedo se multiplica y los muertos se acumulan.
Lemaitre es un maestro tanto en lo macro como en lo micro: tiene un enorme talento para delinear tramas pero también para describir acciones que retumban durante todo el libro: en Nos vemos allá arriba había, por ejemplo, una escena memorable poco antes de terminar la guerra, cuando un teniente francés, con el objetivo de confirmar la rendición alemana, enviaba a la trinchera a dos soldados que sellarían para siempre su destino: uno quedaba enterrado vivo con la única compañía de un cadáver de caballo al que intentaba sacarle algo de su pútrido aliento para poder respirar, y el otro conseguía salvarle a último momento la vida en una hazaña que le costaba perder la mandíbula inferior.
En Vestido de novia, el termómetro de la ansiedad trepa a lo más alto cuando Sophie llega a último momento al banco para retirar todos sus ahorros y al fin huir, y el empleado primero desconfía y finalmente la cargosea en busca de un acercamiento sexual, mientras el taxi la espera en la puerta, el teléfono suena y los padres de la víctima se la quieren comer cruda.
Justo cuando el lector celebra dar con una novela así –y la desesperación de Sophie te cala los huesos–, Lemaitre abre otra historia con otro punto de vista, un personaje que dará mucho que odiar y la estructura de un diario íntimo tan perverso como sofisticado.
Tal como sucedía también en Nos vemos allá arriba, se le puede reprochar a Lemaitre que le sobran algunas páginas y algunas acciones (incluso, por momentos, pierde algo de verosimilitud y se torna previsible) pero, en todo caso, es parte del terreno donde despliega la magia y es cierto que esos excesos en nada opacan el enorme placer que da leerlo.
Además, como quien no quiere la cosa, Vestido de novia (el título es mucho más perfecto de lo que parece a simple vista) exhibe los posibles daños colaterales de este presente en el que la psiquis de una persona se puede ir a pique en un instante, en el que la actividad virtual es más prolífica que la real (la distinción misma resulta ya ridícula) y en que un perfecto desconocido puede ser quien mejor nos conozca en el mundo.
Hay un momento de Vestido de novia donde se dice que lo que aseguró el éxito de las guerras napoleónicas antes de la derrota de Waterloo fue saber cambiar sobre la marcha. Esa misma reflexión, que podría extenderse a una campaña política o a un mundial de fútbol, sirve para entender no sólo la solidez de esta novela sino también el meteórico ascenso de una obra literaria que, a poco de empezar a jugar en las grandes ligas, ya se sabe que va a dejar huella.

6.2.15

Cartas cruzadas y libros usados

Una historia real entre dos personas que nunca se conocieron pero compartieron su gran amor por los libros

Helene Hanff fue guionista de televisión pero la fama le llegó después de publicar 84, Charing Cross Road /semana.com

Esta es la historia más bella que he leído sobre el amor a los libros. Se trata de una historia real: la relación epistolar entre Helene Hanff, una guionista de televisión que vivía en Nueva York, y Frank Doel, el librero de Marks & Co., una librería de libros usados situada en el 84 de la calle Charing Cross Road, de Londres.
En octubre de 1949, Helene Hanff lee un anuncio en la Saturday Review of Literature en la que se decía que Marks & Co. era una librería especializada en libros agotados y antiguos. Ella les escribe una carta con una lista de libros en los cuales está interesada. No sin cierto temor: Helene apenas sobrevive con sus trabajos free lance y -les aclara- no podrá pagar ejemplares que cuesten más de cinco dólares. La respuesta no se hace esperar, 20 días después recibirá las dos terceras partes de su pedido, que incluye los ensayos de Hazlitt y de Stevenson y con una factura en libras esterlinas equivalente a 5,50 dólares. “Los libros llegaron bien, y el de Stevenson es tan bello que hasta abochorna un poco a mis estanterías hechas con cajas de naranjas. Casi temo tocar estas páginas de tacto tan suave que semejan el pergamino y de un fuerte color crema. Acostumbrado al blanco apagado y a las cubiertas de cartón rígido de los libros americanos, jamás supuse que un libro así pudiera proporcionar un placer tan gozoso al sentido del tacto”.
El estilo de la relación epistolar queda definido: de una parte, una expresiva y desenfadada norteamericana y, de la otra, un contenido y parco inglés. “¿qué porquería de biblia protestante es esta?, dirá Helene en la siguiente carta. “Lamento el error cometido con la Biblia latina; trataremos de encontrarle una Vulgata”, responderá el flemático Frank. Veinte años durará el cruce de cartas y muy pronto se verá que aquella relación no solo incluye a los libros. Al conocer el duro racionamiento que soportaba el Londres de la posguerra, Helene empezará a enviarle –a través de una empresa danesa- paquetes con comida y ropa al personal de Marks & Co. y a la esposa y a las pequeñas hijas de Frank Doel, lo cual implicará que otras personas y otras voces se sumen a la relación epistolar, a escondidas de Frank: “Querida señorita Hanff: No le diga a Frank que le escribo esta nota por favor, pero es que cada vez que le envío una factura me muero de ganas de incluir algo así por iniciativa propia y él tal vez pudiera pensar que no es correcto que lo haga… A todos nos encantan sus cartas y tratamos de imaginar cómo es usted físicamente… Todos le estamos muy agradecidos por el paquete… Cecily Farr”.
La señorita Helene se convertirá en toda una leyenda en Mark & Co., no solo por su generosidad sino también por su humor, su inteligencia chispeante y su devoción por Londres y la literatura inglesa. Un inminente y siempre postergado viaje a Londres –por razones económicas- será uno de los temas de las cartas cruzadas, haciendo más intensa esa hermosa amistad, que remotamente sugiere algo más. “No me importa reconocer que a veces me he sentido muy celosa de ti, porque Frank disfrutaba leyendo tus cartas y todas ellas, o muchas, revelaban un sentido del humor muy parecido al suyo”, le escribirá Nora, la esposa de Frank Doel, a Helene Hanff.
Esta historia, además, contiene varias paradojas. Helene Hanff intentó toda su vida escribir obras teatrales y no tuvo ningún éxito. “Era buena inventando diálogos”, dijo en una entrevista. Sin embargo, después de la muerte de Frank Doel y del cierre de la librería Mark & Co., un editor se interesó en publicar su correspondencia con él. De inmediato, se convirtió en un libro exitoso, que fue adaptado al teatro en Broadway y en el West End, y luego se convertiría en serie de televisión y en una extraordinaria película interpretada por Anne Bancroft y Anthony Hopkins. Sin saberlo, sin proponérselo, había escrito con su vida su mejor obra dramática. Las regalías le permitieron conocer al fin a su amado Londres, ya sin Frank y sin la librería que le dio tanta felicidad. Aunque en el 84 de la calle Charing Cross Road todavía puede verse una placa con su nombre.
 Helene Hanff 84, Charing Cross Road Anagrama, 2013 126 páginas