25.3.15

El físico sentimental

Paolo Giordano retrata en  Como de la familia  la nostalgia por la figura de la 'mamma' en una joven pareja tras la muerte de su tata

Paolo Giordano, el viernes, en el Hotel Omm de Barcelona./elperiodico.com

Paolo Giordano (Turín, 1982), un joven físico italiano, encontraba a faltar en su trabajo científico un espacio para algo que descubrió que le interesaba más que las interacciones entre las partículas elementales: "Los sentimientos, el ser humano y las relaciones humanas". Así que probó suerte como novelista, y lo suyo fue un big bang. Ahora regresa con su tercera novela, Como de la familia (en castellano, editorial Salamandra; Negre i plata en la traducción al catalán de Edicions 62, que se atiene al título original). En esta breve novela, "una pequeña miniatura de una vida familiar", el cáncer se lleva a la señora A., una tata y asistenta que suple durante ocho años la ausencia de las figuras paterna y materna, de los abuelos y de lo que haga falta, en la vida de una pareja joven con un hijo.
"Hoy no todos los abuelos quieren hacer de abuelos, quieren continuar su vida. Eso lleva a las familias más jóvenes a vivir una situación de soledad parcial y las obliga, cuando hay niños, a buscar soluciones muy imaginativas; nos hemos convertido todos un poco en acróbatas", explica Giordano. ¿La necesidad de buscar un sustitutivo no es una muestra de inmadurez de sus personajes? "Tener necesidad de personas que te continúen haciendo de padres, que continúen dando seguridad, no significa necesariamente ser inmaduro. Seguramente todos tenemos siempre esta necesidad", responde.
La larga enfermedad y muerte de la señora A. saca a la luz, sin embargo, las grietas ocultas en la plácida relación entre de Nora y su marido. "Cuando falta esta figura materna se sienten desamparados, pero es una gran ocasión también para salvarse, para madurar y encontrar soluciones cuando quizá aún no sea demasiado tarde. La cotidianidad no es emocionante, nunca. Pero puede haber una convivencia serena. Quizás esta búsqueda de un entusiasmo continuo se convierte en una jaula que nos creamos", comenta.
Giordano mantiene "un cierto juego", el de dejar que su condición de físico se insinúe en sus textos. Una excentricidad se convierte en "una cola de una curva de Gauss", la relación entre la joven pareja y la señora A. parece un núcleo atómico que se fisiona y emite una partícula que se pierde en el vacío... "Siempre he pensado en este libro como lo que en física se denomina una dinámica de tres cuerpos, tres cuerpos celestes que se mueven conjuntamente, una dinámica que es complicadísima de expresar en forma de una ecuación y en la que en cuanto desaparece uno de estos tres cuerpos se debe reinventar", reconoce. "Pero -matiza- no hay analogías exactas entre ambos mundos. Lo belllo de una metáfora es que tiene un cierto grado de exactitud y también un cierto grado de sombra. En cierto sentido, las relaciones humanas siempre tienen una cantidad de misterio que excede la precisión científica. Es lo que yo trato de hacer".
El negro y la plata del título, dos elementos que se identifican con los dos miembros de la pareja, se refieren al humor negro y al metal, a conceptos de la medicina precientífica y a la alquimia. Dos disciplinas que no sanaban pero que quizá puedan explicar la naturaleza humana de forma más viva que la física de partículas elementales. "Quizá las partes más violentas del libro son aquellas que muestran la medicina de hoy en día, la medicina oncológica hecha de palabras frías, de análisis, de fármacos. Afortunadamente existe, pero para una persona como la señora A. es también una medicina muy monstruosa. Hay una gran búsqueda de curación en un sentido que sea próximo a una cura espiritual", dice el escritor, hijo de médico "convencional" que admite haber recurrido a la acupuntura. ¿Y la homeopatía? "¡No -responde-, a eso aún no he llegado!"

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