23.11.07

BOLAÑO AL CUBO



HOMENAJE
Tres de las personas más cercanas al chileno Roberto Bolaño, reconstruyen la historia de su última novela,2666

“Largo tiempo hemos vivido sin saber que existía un chileno perfecto para nosotros: barroco pero breve, erudito sin ser pedante, trágicamente metafísico y auténticamente bromista, loco por la poesía pero dotado de una eficacia narrativa sin falla alguna. Una especie de fenómeno entre Woody Allen y Lautréamont, Tarantino y Borges” Así describe Fabrice Gabriel a Roberto Bolaño en la revista francesa Les inrockuptibles con motivo de su muerte.
Desafortunadamente, como destaca su editor y amigo Jorge Herralde, Bolaño no sólo era desconocido para los lectores franceses, también lo era para muchos lectores en español por lo menos hasta finales de los 90, cuando primero el mismo Herralde, al otorgarle el Premio Herralde de Novela en 1998, y luego los jurados del Premio Rómulo Gallegos en 1999 advirtieron de la presencia de un escritor latinoamericano excepcional.
Sin embargo, con la clara excepción de Los detectives salvajes, la obra que mereció los dos galardones ya nombrados, todavía había muchos que no habían leído a este escritor chileno, pero tras la conmoción que causó su muerte, no menos repentina por anunciada, las antenas de críticos y lectores de todo el mundo se han dirigido hacia su obra. Lo que no es, en últimas, una casualidad pues póstumamente se han publicado tres libros suyos: El gaucho insufrible, Entre paréntesis y 2666.
Bolaño tenía la idea de escribir una novela que se llamara 2666 desde hace muchos años. Ya en 1999 la menciona en sus entrevistas y habla constantemente de su deseo de escribir "una novela de ciencia ficción", que es una de las maneras como define a 2666. Sin ir más lejos, en los detectives salvajes, cuando Ulises Lima y Arturo Belano(los protagonistas) se encuentran, por fin, con Cesárea Tinajero, ésta habla del año dosmil seiscientos y pico y en Amuleto, Auxilio Lacouture, la protagonista, habla de “un cementerio olvidado debajo de un párpado muerto o no nato”.Bolaño se sentó a redactar esta novela, calcula Ignacio Echavarría, hacia el año 2000. En su estudio quedaron quedaron varios manuscritos, notas, posibles desarrollos de la trama de la novela que atestiguan su trabajo, cada vez más apresurado, en la carrera contra el tiempo que ya se ha vuelto un tópico citar. Pero, a pesar de su “escritura nocturna y lanzada al abismo”(Fresán), cuando hablaba de su novela nunca decía mucho, “me hablaba por ejemplo, -Comenta Herralde- de sus númerosas consultas vía “mail” a Sergio González Rodríguez, el escritor mexicano que investigó los crímenes de Ciudad Juárez
, y que también aparece como personaje en la cuarta parte de la novela”. “Le gustaba discutir más sobre lo que leía, y lo que escribía era una discusión íntima y esporádicamente en voz alta”-
dice por otra parte el escritor argentino Rodrigo Fresán-. “Mi relación con 2666 es modesta. Bolaño me llamó un par de veces para hacerme un par de preguntas”: Ignacio Echavarría, crítico literario de El País y amigo íntimo de Bolaño, cuenta que con él hablaba de la novela pero no de su contenido: “Es verdad que un momento dado se comenzó a preocupar por la envergadura y empezó a trabajar de una manera cada vez más intensa. Sufrió un poco el agobio de que las páginas de la novela siguieran aumentando, las pocas veces que hablábamos de eso decía “va a tener mil” y esto por un lado le asustaba un poco porque la escritura se hacía ingobernable. De hecho él se concedió varios descansos entre tanto y fue así como surgieron “El gaucho insufrible” y otra serie de trabajos de descomprensión”.Bolaño que sufrió en carne propia lo que era la pobreza y que sabía que su muerte era muy próxima (“Yo soy el escritor latinoamericano con menos futuro” le dijo con bastante humor negro a la revista Playboy en la última entrevista que concedió), no quería que sus hijos, Lautaro y Alexandra, pasaran por lo mismo. Por eso, previendo que su estado de salud se complicara, dio por bueno un manuscrito que entregó a su esposa Carolina López, y le comunicó a ella y a su editor su intención de dividir la novela en cinco partes-los cinco capítulos- para que cada una fuera publicada de manera independiente. “Sin embargo –dice Herralde- su idea inicial había sido que 2666 se publicara en un solo tomo. Analizando pros y contras con Ignacio Echavarría, la desición fue publicarla según dicho próposito, para subrayar lo que Echavarría (en su Nota a la primera edición) define como su “insensata vocación de totalidad”. Decidimos publicarla, pues, en un tomo contundente, inapelable”:
El manuscrito estaba muy limpio, yo prácticamente no tuve que decidir nada”- dice Ignacio Echavarría, a quien Bolaño nombró como una especie de albacea literario-. “Aunque el manuscrito que entregó a Carolina lo dio por bueno, esto no significa que de haber vivido no hubiera continuado escribiendo. Es una novela relativamente terminada, pero de todas maneras, es una novela inacabable”. Destaca. Evidentemente 2666 es una obra abierta como, por otra parte, es la obra completa de Bolaño, pero también es una novela inacabada. Y es que después de leer 2666 sólo se puede envidiar a todos aquellos que no han empezado a leerla, porque todavía les quedan por delante las maravillosas últimas páginas de Bolaño, “el broche de oro” de su literatura. “Leyendo 2666 uno vuelve a ser ese lector absoluto e inocente y sin red que fue cuando era un niño, cuando la literatura era ese otro planeta que estaba en este, y en el que uno no dejaba de preguntarse una y otra vez “¿qué va a pasar ahora?”Los días 20, 21 y 22 de octubre la revista Lateral de Barcelona llevó a cabo el primer congreso académico que se organiza sobre la figura de Roberto Bolaño.Los tres días de conferencias coincidieron con el lanzamiento de 2666 y el certamen resultó ser una especie de inauguración de “los bolananianos”: académicos, críticos, escritores y jóvenes estudiantes congregados para hablar sobre Bolaño, para buscar a Bolaño, de la misma manera en que Pelletier, Espinosa, Norton y Morini se reúnen para encontrar a Archimboldi en 2666. Y aunque queda claro que ante Bolaño lo único que se puede hacer es leer a Bolaño, hubo en ese congreso dos trabajos, dos lecturas, sorprendentes entre todas la lecturas posibles de 2666: las de Rodrigo Fresán E Ignacio Echavarría. El primero, de quien Bolaño hace una mención en la primera parte del libro, “La parte de los críticos, cierra así conferencia con la pregunta que nos tiene a todos atrapados:
“Hace mucho que no se publica una novela en español tan trascendente y asombrosa. Y poco y nada importa – salvo porque una página más de Bolaño siempre será motivo de alegría- el perfil inacabado de su fachada: 2666 es uno de esos libros que han llegado para quedarse, para permanecer. Bolaño, para nuestra felicidad, y con modales de faraón todopoderoso pero mortal, ha erigido esta pirámide que lo sobrevive y lo honrará por siempre y que- como suele suceder con las pirámides- nosotros, afortunados testigos, turistas privilegiados, no dejaremos nunca de preguntarnos, una y otra vez, cómo cuernos fue que lo hizo”

Por Carolina Vallejo. Editora colombiana. Tomado de Semana Libros. 2.

No hay comentarios: